Este año se cumplen 35 años desde que a las mujeres se les permitió ingresar en la Guardia Civil. Un Real Decreto Ley publicado el 22 de febrero de 1988 lo hizo posible, hubo quienes pensaron que no era buena idea y en la actualidad aún hay quien cree que no debieran haber abierto la puerta de entrada a esas 197 mujeres pioneras que no rompieron un techo de cristal, sino que rompieron un techo de hormigón, los de cristal vinieron después con los ascensos, las condecoraciones, los cursos de especialización, la maternidad...
Curiosamente, si hacemos cuentas y multiplicamos las 197 pioneras por los 35 años de trayectoria que lleva la mujer en la Cuerpo, dista muy poco de la cifra real que existe en la actualidad.
En la revista Cuadernos de la Guardia Civil publicada con motivo del trigésimo aniversario del ingreso de la mujer, en su texto dejaba bien claro que no había más espacio para mujeres en la academia: “Aunque en la realidad las mujeres no tienen un número de plazas restringido o específico y exclusivo para ellas, sí ocurre en la práctica que su número –el de las que supere la convocatoria de ingreso- no puede exceder, actualmente, de la capacidad de habitabilidad que poseen los módulos acondicionados expresamente para ellas en el Acuartelamiento de Baeza (un máximo de 400 personas). Por consiguiente, de las más de 2.000 mujeres que aspiran al ingreso en cada convocatoria, veladamente al menos, solo podrán ser declaradas aptas un 20% como máximo[…]”.
Es sorprendente que después de 35 años las mujeres solamente ocupen el 9% de la Institución, y en 2010, hace apenas trece años, el porcentaje de mujeres era del 6%. Un ritmo sin duda demasiado lento si se pretende llegar a la igualdad real dentro de la Institución.
Por añadidura, cabe destacar que aún existen algunas especialidades donde el número de mujeres es solamente una o ninguna, como en las actividades subacuáticas, la desactivación de explosivos, la unidad de montaña, etc. Incluso, en algunas ocasiones se han dado casos totalmente desmoralizadores como que desde 2012 de 85 mujeres que fueron convocadas para la realización del curso de motoristas de tráfico solo 17 lo finalizaron.
Las mujeres guardias civiles han tenido que pelear cada mejora y cada cambio para poder hacerse un hueco en esta Institución que no se lo ha puesto nada fácil. Mejorías que lejos de ser simplezas, progresan en la profesionalidad de dichas mujeres, que a día de hoy han conseguido cuantiosos avances, como la adaptación de la uniformidad y medios de protección a su sexo y que no dejan de pelear por aquellos asuntos pendientes todavía como la falta de instalaciones en sus puestos de trabajo para poder cambiarse de ropa.
En ocasiones, incluso han tenido que exigir el cumplimiento de la Ley de Relaciones Labores durante el embarazo y lactancia natural. Y más aún, en la actualidad siguen esperando a que se cumplan los protocolos de acoso laboral y sexual o por razón de sexo pidiendo discreción a la hora de solicitarlos y que en su cumplimiento éstos sean garantistas para las víctimas porque desgraciadamente donde unos ven acoso, otros solo ven “que se llevan mal”, donde unos ven un chiste de mal gusto, otros ven acoso sexual, donde no se denuncia por vergüenza o por miedo y la mujer que lo sufre termina de baja o marchándose a otro destino para dejar atrás el trato recibido.
Las mujeres guardias civiles continúan acudiendo a los Tribunales para poder cuidar de sus hijos, porque la carga de los cuidados sigue recayendo en ellas, que trabajan fuera y dentro de casa.
Y a pesar de todo lo que algunas de ellas han vivido, no cesan en el camino de seguir siendo guardias civiles profesionales que ante todo son mujeres libres y valientes que trabajan cada día por tener una Guardia Civil más igualitaria.
"Las mujeres tienen que llenarse de valentía para alcanzar sus sueños dormidos", Alice Walker.
