Lágrimas de charol

por Administración AUGC

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(Artículo de opinión publicado por Javier Torrellas, portavoz de AUGC-Rioja en el diario La Rioja).
Normalmente los palos siempre se los lleva el mismo, por desgracia.  Y de eso los guardias civiles saben mucho. No somos los únicos, por supuesto, pero como colectivo del sector público, ahí no nos gana nadie, en eso somos los número uno y con pedigrí de 170 años casi los mismos que el charol de su tricornio.

Los guardias civiles por mucho que se empeñen algunos también son ciudadanos, como los policías, sanitarios, bomberos, funcionarios de hacienda, ayuntamientos, todo el sector público, bueno hasta que termine de existir como tal porque el camino que se lleva no es nada halagüeño. Cierto es que tal y como está la situación económico-política muchísimos ciudadanos leerán con recelo estas palabras míralos de que se quejarán, tienen sueldo fijo, muchos de ellos viven en casas cuarteles, viven como dios......   Eso sí ya les confirmo que desde hace años no existen los economatos.
Pero mi intención y obligación moral es transmitir a la sociedad que los guardias civiles son siempre, siempre, los últimos de la fila. Y estamos muy cansados de esa situación. Miren ustedes, al margen de la sangrante, sonrojante e histórica diferencia en sueldos con todo el ámbito de la seguridad pública del país, al margen de eso, los guardias civiles y muy concretamente AUGC no hacemos más que intentar mejorar la calidad de vida profesional de todos los guardias civiles y sus familias, evidentemente los más perjudicados la escala básica que es más del 70% de la plantilla. Ejemplos, clarísimos: lo que existe de jornada laboral es una mezcla de churras con merinas, lejos muy lejos de lo que existe en el cuerpo nacional de policía; esto a día de hoy después de 170 años de existencia es inexplicable. 
Y lo peor es que quieren que sigan fuera de la próxima norma que entre en vigor muchos guardias civiles que están actualmente fuera de este cajón de sastre, como las unidades de investigación, unidades especiales, etc. Los generales de la guardia civil y el propio Director General ni se preocupan ni les importa las condiciones laborales y familiares de sus subordinados y para más inri les trae al pairo el expediente y posterior directiva de la CE a raíz de una denuncia presentada por AUGC por el incumplimiento de dicha norma.
 Pero hay más: la partida presupuestaria dedicada a productividades ya es para nota puesto que el ninguneo que se hace por parte de la Dirección General hacia las Asociaciones Profesionales en las mesas de trabajo del Consejo de la Guardia Civil ha hecho que AUGC se niegue a participar en tamaño despropósito, ya saben, la ley del embudo. Por si falta algo el régimen disciplinario, que no es moco de pavo, y a la mínima aplican el código penal militar, eso sí otra vez con la ley del embudo. Con este panorama y otras muchas cuestiones internas ahí están demostrando una vez más lo guardias civiles la verdadera casta de profesionalidad, dedicación y esfuerzo.
El trabajo diario en las calles, carreteras, montes, ríos y mares de España, el callado y soterrado trabajo en las redes sociales, en la lucha contra el terrorismo (que tanto dolor ha supuesto en nuestro colectivo y que no olvidamos), violencia de género, delincuencia organizada, y demasiadas veces por desgracia contra la corrupción política, clavada como alambres de espino en el entramado que tienen montado los que niegan además por sistema una equiparación, homologación y actualización a una policía del siglo XXI.
Pero no todo es desgracia, en este mes de noviembre celebramos el 20 aniversario de AUGC con la solicitud de inscripción como sindicato profesional de nuestro origen el clandestino y tan perseguido SUGC (Sindicato Unificado de Guardias Civiles) aprovechando una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo a favor del derecho de sindicación profesional de los militares y Gendarmes Franceses. Los guardias civiles tienen mucho motivos para llorar amargamente, pero este mes también de alegría y derramar unas lágrimas de charol.

 

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