El sistema de comprobación y desactivación de alarmas del Centro Penitenciario de Córdoba ha permanecido averiado durante dos meses. Los propios internos, los Guardias Civiles y los miembros de seguridad privada que prestan servicio en las instalaciones han sufrido el estridente sonido de las falsas alarmas que ni tan siquiera se podían desactivar. Esta brecha de seguridad que ha estado abierta durante 60 días ha supuesto un riesgo y ha comprometido la labor de vigilancia y reacción de los agentes, que no han podido detectar las posibles evasiones de internos o las incursiones externas. Es una herramienta fundamental en cualquier centro penitenciario y, en este caso, el sonido de las alertas que perduraba en el tiempo sin que se pudieran desactivar ha hecho mella sobre los reclusos y sobre la salud laboral de los Guardias Civiles y del personal de seguridad privada.
Ahora que se ha solventado el problema y no se pone en riesgo la seguridad del centro, informamos sobre esta circunstancia que se une a otras tantas. Tan solo es una muestra más de la desidia de la dirección del Centro cordobés. Al final, su inoperancia termina afectando a todos los presentes y desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles queremos mostrar nuestra preocupación por todo ello y por el trato discriminatorio hacia los Guardias Civiles que trabajan allí.
Resulta revelador que Instituciones Penitenciarias haya invertido casi seis millones de euros en las reformas que se están llevando a cabo en el Centro de Córdoba, incluyendo la ampliación de la zona de oficinas, pero dejen fuera de dicha ampliación la zona de vestuarios de la Guardia Civil en la que ni tan siquiera caben las taquillas que la Comandancia que les asignó. Gracias a la decisión de la Comandancia, los compañeros disponen de alguna más porque las habilitadas por el Centro eran insuficientes y no reunían las condiciones mínimas necesarias. Aun así, continúan siendo escasas para la plantilla que presta servicio en el centro. Tenemos que mencionar que la dirección del centro proporcionó unas sillas para los Guardias Civiles y estaban en circunstancias tan deplorables que la Comandancia también ha tenido que dotar recientemente a los agentes de este material.
Por otro lado, la presencia de animales es algo que sufren todos, no solamente nuestros compañeros. Cuando llega el verano, los reclusos, el personal de seguridad privada y los Guardias Civiles comparten convivencia con serpientes y ratas. La dirección pretexta que el centro penitenciario está ubicado en una “zona de campo” y no actúa por echar a la fauna fuera de las instalaciones. Lo cierto es que ante semejante inacción debería ser motivo de celebración que al menos reparen las averías eléctricas o los desagües de los lavabos, aunque para ello haya que esperar semanas.
Para concluir, compartimos que hace unos meses se produjo un gran brote de coronavirus en el Centro. Hubo más de 400 contagiados. Se realizaron cribados masivos con pruebas PRC a internos, trabajadores de la prisión y a funcionarios, menos aquellos que eran Guardias Civiles. La dirección del centro también excluyó de los cribados al personal de seguridad privada.