'La hora del relevo'

Artículo de Alberto Moya, exsecretario general de AUGC

por Redacción AUGC

Alberto Moya, en la manifestación de 2015.
Alberto Moya, en la manifestación de 2015.

EN el pasado mes de mayo y tras la procedente convocatoria de elecciones a la Junta Directiva Nacional de nuestra asociación, se culminaba un proceso de renovación que podemos situar en el contexto del lógico relevo generacional que toda organización tiene cíclicamente como reto. Unos dejamos nuestras responsabilidades de dirección mientras otros compañeros y compañeras recogen el testigo.

En estas circunstancias, y para situarnos, parece procedente realizar un somero esfuerzo de análisis y balance de lo acontecido hasta este momento. El caso es que, si miramos hacia atrás, hacia el camino ya recorrido, nos podemos encontrar con un espacio temporal que ha abarcado, aproximadamente, la última década y que, desde luego, no ha sido fácil para nosotros, pues dio comienzo, allá por el año 2008, con las movilizaciones de policías y guardias civiles que reivindicábamos la equiparación salarial de los integrantes de los cuerpos policiales estatales con sus homólogos autonómicos y que se paralizaron cuando sobrevino la crisis económica.

Un ciclo que, curiosamente, finaliza ahora con otra crisis de la que todavía desconocemos sus consecuencias. En situaciones excepcionales, como las crisis económicas, sociales y ahora sanitaria, todos padecemos. Pero para los guardias civiles, y por las circunstancias señaladas, éstas han tenido un efecto especialmente pernicioso, porque en ambos casos han paralizado nuestras legítimas aspiraciones de mejoras retributivas.

Bien es cierto que la situación actual es más prometedora que la acaecida en la pasada década, ya que lo que podemos calificar, sin lugar a dudas, como un acierto -nos referimos a la firma del acuerdo de equiparación salarial de marzo de 2018-, ha encauzado el camino hacia la ansiada equiparación, que esperemos que se culmine más pronto que tarde.

Pero es importante señalar que la equiparación será total o no será. En efecto, nos referimos a la irrenunciable aspiración de los guardias civiles a que, como servidores públicos, se garanticen nuestros derechos fundamentales y profesionales. Desde luego, este periodo que ahora analizamos, también ha dado mucho de sí, en este sentido. El detonante para ello fue la aprobación, en el año 2007, de la Ley Orgánica de derechos y deberes de los miembros de la Guardia Civil que, entre otros avances importantes, regulaba por primera vez el derecho de asociación profesional, lo que, como es lógico, ha marcado la actividad de AUGC en los últimos años.

alberto moya en el congreso
Alberto Moya, en el Congreso

Desde luego, se podía haber avanzado mucho más en nuestras condiciones sociolaborales, pero es necesario señalar que a los gobernantes y legisladores de turno les ha faltado visión y determinación para avanzar hacia la modernización del mayor cuerpo de seguridad en España.

Entre las consecuencias de las reivindicaciones y movilizaciones que tuvieron lugar en los siguientes años, por ejemplo, podemos señalar la sustancial mejora que tuvo lugar en materia de conciliación de la vida familiar y laboral, al aprobarse ordenanzas más garantistas en jornada laboral y en cuanto al régimen de vacaciones y permisos.

Desde luego, se podía haber avanzado mucho más en nuestras condiciones sociolaborales, pero es necesario señalar que a los gobernantes y legisladores de turno les ha faltado visión y determinación para avanzar hacia la modernización del mayor cuerpo de seguridad en España.

Algo que se solucionó tres años más tarde y tras una larga batalla judicial protagonizada nuevamente por AUGC, por sentencia del Tribunal Supremo. Fallo judicial por el que los guardias civiles conseguían el reconocimiento definitivo a su derecho a manifestación.

La respuesta represiva hacia nuestras legítimas aspiraciones supuso, en nuestro pasado inmediato y entre otras cuestiones, la apertura de más de 200 expedientes disciplinarios a nuestros representantes, amenazas de ilegalización de la asociación e incluso, en el colmo de la impunidad institucional, la modificación, en el año 2014, de nada menos que de la Ley Orgánica del derecho de reunión, para tratar de impedir que los guardias civiles pudieran reivindicar públicamente.

Algo que se solucionó tres años más tarde y tras una larga batalla judicial protagonizada nuevamente por AUGC, por sentencia del Tribunal Supremo. Fallo judicial por el que los guardias civiles conseguían el reconocimiento definitivo a su derecho a manifestación.

Desde luego, como contrapeso a un poder gubernamental que en los momentos más difíciles llegó a considerar incluso como una amenaza el asociacionismo llevado a cabo por AUGC, nuestra asociación tuvo que desplegar un esfuerzo añadido de cohesión interna y de consolidación organizativa y, al mismo tiempo, un activo despliegue en la búsqueda de apoyos y acercamiento a la sociedad. La cuestión es que la ciudadanía no nos ha fallado y nos ha devuelto su reconocimiento. Muestra reciente de ello es la acogida favorable que ha tenido la celebración de nuestro veinticinco aniversario y su exposición itinerante a lo largo de todo el país.

Es fundamental, por tanto, que continuemos el camino que otros empezaron en condiciones mucho más difíciles, porque juntos hemos conseguido que, allá donde un guardia civil no tenía otra salida que la de acatar con resignación injusticias, abusos y ataques a su dignidad, ahora pueda trabajar con ciertas garantías profesionales, lo que ha supuesto el inicio del cambio en el funcionamiento interno de la Guardia Civil.

Alberto
Alberto Moya, con su uniforme de trabajo.

Pero si aspiramos a hacer un balance de estos años transcurridos, no podemos perder de vista que la historia de AUGC no es un relato disruptivo, porque los logros que ahora disfrutamos fueron propiciados por la lucha que se mantuvo en el pasado. Y que estos éxitos y la superación de las dificultades encontradas en el camino serán, sin duda, la base en la que nos apoyaremos para alcanzar los retos futuros que ahora nos proponemos.

Es fundamental, por tanto, que continuemos el camino que otros empezaron en condiciones mucho más difíciles, porque juntos hemos conseguido que, allá donde un guardia civil no tenía otra salida que la de acatar con resignación injusticias, abusos y ataques a su dignidad, ahora pueda trabajar con ciertas garantías profesionales, lo que ha supuesto el inicio del cambio en el funcionamiento interno de la Guardia Civil.

El carácter historicista y castrense del Cuerpo no puede por más tiempo seguir siendo la excusa para cercenar derechos a los guardias civiles.

Y ahora, el futuro se abre nuevamente ante nosotros. Por supuesto, no lo tendremos fácil, porque aún quedan constructos sociales que derribar y cambios de mentalidades que llevar a cabo. Pero el carácter historicista y castrense del Cuerpo no puede por más tiempo seguir siendo la excusa para cercenar derechos a los guardias civiles. Y no lo hará, porque hoy sabemos que una Guardia Civil moderna que compatibilice el cumplimiento del servicio público con unas condiciones dignas de vida y trabajo de los guardias civiles y sus familias, es posible. Una segunda generación de derechos está esperándonos. No vendrá sin esfuerzo, pero cada vez estamos más cerca de conseguirlo.

Un escenario donde no puede faltar AUGC como motor de cambio. Es en este contexto, como decíamos al principio, que un renovado equipo de personas cualificadas, donde se alterna experiencia y juventud, afrontará como Junta Directiva Nacional los emocionantes retos que acometeremos sin dilaciones. Como integrante de AUGC, pero, sobre todo, como guardia civil, no puedo desearle más que fuerza, ánimo y mucha suerte en la tarea. Los apoyaremos, porque su éxito será el de todos nosotros.

 

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