LA Guardia Civil es una institución donde un reducido y exclusivo grupo, la cúpula del Cuerpo, toma de manera unitaria todas las decisiones. Esto no debería ser así, pero del «deber» al «ser» dista un enorme recorrido.
Me explico. Y esto resulta del todo obvio pero conviene reseñarlo, no me refiero a esas decisiones operativas, que lógicamente requieren de un perfil profesional y especializado así como el conocimiento de una información clasificada, sino a aquellas decisiones que afectan al conjunto de los guardias civiles -y por tanto a sus familias- en aspectos profesionales, económicos y sociales.
No es propósito de este artículo establecer un debate filosófico. Pero basta traer aquí el sentido del deber en la moral kantiana para darse cuenta de la raíz del problema. Según Kant, debemos buscar los principios de la moral universal en la razón. Es entonces cuando entra en juego el concepto del «deber» y la «buena voluntad». Dicho de otro modo, la buena voluntad debe regir en las personas por el deber, y no por propósitos ulteriores que respondan a intereses egoístas.
Esto nos lleva a una segunda cuestión, y es que en toda toma de decisión se debe tener en cuenta a las personas como un fin en sí mismas y no como un medio. Solo así evitaremos tratar a las personas como un instrumento, objeto o “número”. En esta idea radica el principio de la dignidad humana.
“Se ha confirmado el fracaso en la gestión política al frente de la Dirección General de María Gámez”
A estas alturas, si como lector has llegado hasta este punto, te preguntarás qué relación tiene este argumento con los guardias civiles.
Pues bien, esta argumentación está interrelacionada con la involución que están padeciendo los miembros de la Guardia Civil en sus condiciones profesionales, económicas y sociales, derivado del statu quo establecido. El lado opuesto es una Guardia Civil compartida, donde el consenso y la adopción de acuerdos respetando las mayorías establecidas sea el modo de trabajo.
“Asistimos a la involución de los derechos de los guardias civiles e imposición frente a las normas llamadas a modernizar el Cuerpo”
Hace un año que se produjo el relevo al frente de la Dirección General. María Gámez, la primera mujer en ocupar este cargo, tomaba la dirección política de la institución. Y en este espacio tan breve de tiempo, ya se ha confirmado el fracaso en la gestión política al frente de la Dirección General. Tras la llegada y posterior gestión de la crisis sanitaria, los guardias civiles han podido comprobar las líneas generales que este nuevo equipo directivo ha comenzado a trazar: involución en los derechos de los guardias civiles e imposición frente a las normas que estaban llamadas a modernizar la Guardia Civil.
1) Reparto del tercer tramo de la equiparación salarial por empleos beneficiando a los más altos mandos. Acompañado de una llamada “armonización de los puestos de trabajo”. Eso sí, sin ofrecer transparencia en cuanto al Catálogo de Puestos de Trabajo, ni ser capaz de alcanzar el consenso necesario. Cuestión que sí se logró en el reparto de los dos tramos anteriores.
2) Productividad. Nuevo reparto de los incentivos al rendimiento. Una norma que adolece de los mismos errores y fracasos que la anterior. Falta de transparencia, falta de comprensión, oscurantismo e injusticia en su reparto.
3) Jornada laboral. ¿Dónde han quedado los trabajos previos en los que veníamos avanzando entre el anterior equipo directivo y las asociaciones profesionales? Ni rastro para progresar hacia una jornada laboral con la implantación de turnos, y sobre todo para equiparar las horas de servicio con el resto de cuerpos policiales.
3) Plantilla en la Guardia Civil. Precisamente, son los altos mandos quienes argumentan la falta de patrullas y horas de servicio de patrulla, pero cuando llega la hora de elegir, deciden potenciar y aumentar el número de miembros en la escala superior de oficiales, en lugar de las escalas que prestan servicios operativos. Todo para acortar los plazos de ascenso en esta escala.
4) Derecho de representación. Siendo, la cúpula del Cuerpo, consciente de que un verdadero derecho de representación es la herramienta para alcanzar una Guardia Civil más justa, democrática y con derechos, no dudan en poner obstáculos para entorpecer el ejercicio de este derecho.
5) Sin avances en la aprobación de medidas de conciliación ni en el plano de la igualdad en la Guardia Civil. Y es que no se ha visto aprobada ni una sola medida que favorezca la integración de la mujer en la institución.
Pero las esperanzas para que se den pasos hacia una Guardia Civil compartida siguen incólumes. Modernizar la Guardia Civil es algo más que publicar vídeos en la red social tik-tok; modernizar la Guardia Civil es dotar a sus miembros de las mismas condiciones laborales y profesionales que el resto de cuerpos policiales que operan en España.
Y esto no está reñido con el régimen civil o militar de un cuerpo policial. Se trata, por el contrario, de una simple cuestión de iniciativa política y valor en el ejercicio de sus funciones.