El palo, la zanahoria y el complejo de "minoridad"

El palo, la zanahoria y el complejo de "minoridad"

por Ildefonso Garcia Ruiz

Alberto Moya
Alberto Moya

En cuanto a teorías que se basan en el manejo de incentivos, - ya sean positivos, o por el contrario los que conllevan algún castigo- parece todo inventado. Y, como suele ocurrir, las estrategias más simples suelen ser las que mejor resultado dan, o al menos, a corto plazo.

Los guardias civiles tenemos un ejemplo cercano en el Consejo de la Guardia Civil, órgano que tiene legalmente encomendado mejorar las condiciones profesionales de los integrantes del Cuerpo, y que sin embargo, la mayoría de los integrantes del Cuerpo no perciben que esté atendiendo ni solucionando mínimamente los principales problemas y los agravios con respecto a otros cuerpos policiales que nos aquejan.

Lo paradójico de la cuestión es que algo que parece evidente para la generalidad de los miembros de la Institución, y que AUGC está denunciando en los foros más diversos, no parece compartirlo el resto de asociaciones profesionales representadas en este Consejo.

Como es conocido también, esta situación ha sido el motivo básico que ha provocado la convocatoria por parte AUGC, de la manifestación del pasado 14 de noviembre, la cual se ha convertido en la más numerosa hasta la fecha (12.000 los guardias civiles y sus familias), y donde por cierto, es curioso y todo un privilegio para los que hemos tenido oportunidad de ello, presenciar la cara de pasmo que se le ha quedado a más de un responsable gubernamental, al comprobar y tener que admitir la capacidad de influencia y movilización que ostenta AUGC.

Al hilo de esta cuestión, es necesario subrayar la idea que no es la primera manifestación que organiza AUGC – y como ya se ha advertido, no será la última, si no se afrontan de manera eficaz las demandas de los guardias civiles- pero como venimos señalando, ninguna de las otras asociaciones presentes en el Consejo de la Guardia Civil, no solo no han secundado la convocatoria; no ya que hayan intentado desacreditarla aludiendo que la misma ocultaba intereses espurios, sin caer en la cuenta que el poder ejercer el derecho de manifestación, es un logro para todos; no es que hayan llegado al absurdo “errar el tiro” y producto de este rechazo a las posiciones de AUGC, han justificado y tildado de positiva la gestión de la Dirección General de la Guardia Civil y del Consejo, en esta legislatura; en realidad, lo peor, lo más difícil de recomponer en el futuro, ha sido la muestra de insolidaridad que han mostrado hacia los representantes de AUGC en el Consejo, represaliados y expedientados por rechazar y protestar ante las discriminaciones que soportan los guardias civiles.

“Palo y Zanahoria”. Porque claro, con este panorama, al otro de lado de la mesa, o sea, los responsables de defender la postura de la Administración, han utilizado esta estrategia facilona: “Palo” para AUGC, como fuerza reivindicativa que requiere cambios reales; y “Zanahoria” para el resto, de modo que se admiten algunas de sus propuestas, por supuesto las de menor entidad; y así, mientras se fomenta la división entre las asociaciones, se ha tratado de desviar la atención sobre la pésima, sin paliativos, gestión política.

Porque el caso es que para tapar la auténtica vergüenza de mantener un cuerpo policial militarizado y discriminado con respecto al resto de policías, los responsables ministeriales no dejan de “trampear” los números, con la falacia de que solo una asociación –AUGC- está en contra de su mandato, pretendiendo ocultar de un modo que roza el ridículo, que hablamos de la asociación mayoritaria, que no solamente es que ocupe la mitad de los representantes en el Consejo de la Guardia Civil, sino que si las elecciones que se realizan para formar este órgano, fueran proporcionales, igualitarias y democráticas, es decir, un guardia civil - un voto, AUGC ostentaría las tres cuartas partes de representación en este Consejo.

Esta circunstancia es el objeto principal de este artículo. Y nada mejor para observarlo en toda su dimensión, que realizar un breve esfuerzo de memoria.

El movimiento asociativo, heredero del sindicato clandestino, nace de la unión de varias organizaciones en la asociación COPROPER-6J (hoy, Asociación Unificada de Guardias Civiles). Solo el esfuerzo y sacrificio, de los hombres y mujeres que la forman, sus acciones y movilizaciones, consiguen sensibilizar a un gobierno, en el año 2007, para regular el derecho de asociación profesional en la Guardia Civil.

Y al amparo de esta Ley Orgánica 11/2007, de derechos y deberes de los miembros de la Guardia Civil, es cuando surgen, con más o menos éxito, otras asociaciones, con diferentes enfoques u orientadas a espectros determinados o excluyentes, como una determinada escala del Cuerpo, etc.

Sin embargo, y pese a lo que en un principio pudiera vaticinarse, la aparición de otras opciones, en el periodo transcurrido - 2007 a 2015 - no ha afectado especialmente a AUGC, ni en números y ni en representación, ni en lo que puede ser lo más importante, pues la asociación mantiene intacto el espíritu combativo orientado al cambio y modernización del Cuerpo, protagonizando y liderando por tanto, episodios que realmente forman parte ya de la historia reciente de los guardias civiles.

El hecho incontrovertible es que es un gran logro para toda la sociedad, que el movimiento asociativo crezca, se diversifique y se asiente en un Institución tradicional y remisa a los cambios, como es la Guardia Civil.

Incluso en clave de descartar la autocomplacencia, es útil hasta para AUGC, pues como reto competitivo, no es posible alcanzar la eficiencia en un ambiente estable; ahí jamás se produce la evolución, ya que si no hay competidores, no hay necesidad de cambiar.

Es por ello que otras asociaciones también se han ido consolidando, en sus espacios, en una tendencia que hay que calificar, como decimos, de positiva. Pero al margen de la normal competencia entre organizaciones, y desde un prisma de mero análisis ¿por qué estas asociaciones se comportan de forma que parecen orientar ahora sus críticas y energías, más contra AUGC, que hacia donde parecería más lógico en aras a la consecución de sus objetivos, es decir, en intentar cambiar las decisiones ministeriales?

Aun a riesgo de simplificar esta cuestión, de hecho, la explicación bajo nuestro punto de vista, debe matizarse. Porque por un lado se encuentran las asociaciones corporativas, es decir, las formadas por ahora, exclusivamente por mandos (nos referimos fundamentalmente a los responsables de unidades, los no sujetos al régimen general de servicios, o sea, los que no hacen servicios operativos en horario nocturno y festivo), las cuales más que rechazo a las reivindicaciones de AUGC, presentan, más o menos, y según el caso, indiferencia a las mismas; eso sí, mientras la actividad de esta no les afecte en su estatus de “jefe”, derivado de la organización territorial, tradicional y por ende, clasista de la Guardia Civil.

Y por otro, están las formadas básicamente por este personal sometido al régimen general. Asociaciones que padecen el que podemos denominar “complejo de minoridad”, pues su reducido número de asociados (que insistimos, aunque no compartida por los que formamos AUGC, no deja de ser una opción de defensa específica de los intereses de sus asociados, tan válida democráticamente hablando, como cualquier otra), les impide una capacidad de movilización e influencia en la sociedad, mínimamente cuantificables, lo que parece forzarles a buscar acomodo y tratar de legitimarse en el único espacio donde se les permite una mínima audiencia: el consabido Consejo de la Guardia Civil.

El problema para sus pretensiones - y para la de los altos responsables del Cuerpo - es que AUGC, tras comprobar mediante un trabajo previo y constructivo en este ámbito, que dicho órgano no atiende a las principales necesidades del colectivo, y porque en realidad, las decisiones y normas que surgen del Consejo y que afectan a todos los guardias civiles, nacen de la mera imposición y no de la participación y del diálogo social, que son los ámbitos propios para el trabajo asociativo en la búsqueda del interés general. Es por ello, que la asociación decana ya lo ha descartado, y como antaño, lidera y ha emprendido el camino firme hacia una interlocución real, donde se busque alcanzar estos acuerdos beneficiosos para todos.

Es esta circunstancia la que ha conseguido de forma coyuntural y explica de hecho, el rechazo hacia AUGC, del resto vocales del Consejo - ya representen a la Administración o a las demás asociaciones -  en una entente más bien curiosa, por contranatural.

Como podemos comprobar, el movimiento asociativo en la Guardia civil está vivo, cambiante. Pero más importante, y es que con estas claves, toca hablar ya del futuro próximo, del que interesa a los actuales guardias civiles, los que a fin de cuentas, esperan que los diferentes agentes sociales e institucionales seamos capaces de confluir en este reto importante.

Desde luego la Asociación Unificada, nacida como hemos descrito, de la pluralidad y del esfuerzo y la unión de voluntades hacia la confluencia de logros importantes, se encuentra preparada para afrontar la consecución de estas legítimas aspiraciones. Pero lo hace con la premisa de no renunciar a los cambios estructurales que lleven a la Guardia Civil a convertirse en el cuerpo de seguridad moderno que necesitan sus integrantes y la ciudadanía a la que servimos. Ya que que más pronto que tarde, se tendrán que asumir los costes de que la Guardia Civil, como cuerpo militar, se adapte a una sociedad democrática avanzada. Y como el movimiento se demuestra andando, y dada la situación política actual, AUGC, conforme a su ideario, ya ha presentado y expuesto a los distintos partidos, “Las propuestas de actuación para la acción de Gobierno en el ámbito de la Guardia Civil”.

Lo que no parece descabellado, es vaticinar que al igual que en el resto de nuestro entorno, el año 2016 puede traer cambios para los guardias civiles.

Alberto Moya Acedo

Secretario General de AUGC

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