Una más, uno menos

El secretario nacional de Comunicación de AUGC, Juan Fernández, explica en este artículo las expectativas creadas ante la apertura de una nueva etapa al frente de la Dirección General de la Guardia Civil.

por Ildefonso Garcia Ruiz

La Directora General, María Gámez, en el acto de su toma de posesión del cargo.
La Directora General, María Gámez, en el acto de su toma de posesión del cargo.

Ya es una realidad. El relevo al frente de la Guardia Civil se ha producido y Félix Azón es pasado. El presente lo ocupa María Gámez, en lo personal hija de un farero, la menor de 11 hermanos en una familia modesta y numerosa, y madre de tres hijos; en lo profesional, licenciada en Derecho y ocupando un puesto en la Administración como alta funcionaria de carrera, desde donde dio el salto a la política.

Por primera vez, en 175 años de historia, es una mujer quien ocupa esta alta responsabilidad de gobierno, dato que se ha repetido en sinfín de ocasiones desde que se hiciera oficial su nombramiento. Pero esto era cuestión de tiempo: la mujer representa el 51% de la sociedad, frente al 49 % de los hombres, y la realidad social marca un camino en igualdad de género que, con años de retraso, ya no tiene marcha atrás.

De la misma manera que no tiene marcha atrás la modernización de la Guardia Civil y la forma en que se han de entender sus relaciones laborales. Tras la aprobación de las asociaciones profesionales -las cuales ejercen funciones sindicales bajo el eufemístico término de “asociación”-, la Guardia Civil continúa evolucionando, aunque, al igual que ocurre con la igualdad de género, con años de retraso.

El anterior director de la Guardia Civil, Félix Azón, no comprendió esta realidad social. La consecuencia de este error de lectura política ha sido el cierre de una etapa y la apertura de una nueva con María Gámez al frente de la institución. Ahora es ella quien debe decidir por qué motivos quiere ser recordada, sí solo por el hecho de ser la primera mujer al frente de la Guardia Civil o, por el contrario, y además de la perspectiva de género, por conseguir los avances que demandan los guardias civiles para equiparar sus condiciones profesionales, sociales y económicas al resto de cuerpos policiales. Una pretensión cuya legitimidad nadie puede cuestionar. Ese es el reto.

También resulta inevitable abordar las necesidades de un despliegue territorial operativo que se ha quedado desfasado a lo largo de estos 175 años desde la creación del Cuerpo, y de sus palabras en su toma de posesión se desprende el conocimiento de esta necesidad para una seguridad pública de calidad “(…) Nuestra presencia (la de la Guardia Civil) en el territorio es una de nuestras fortalezas, pero el desafío que tenemos por delante es que se haga cada vez con más garantía de calidad y eficiencia.”

Retos que deben ser afrontados bajo una negociación con las asociaciones profesionales, pues ya nadie entiende la imposición frente a la convicción, el despotismo frente a la democracia. Debemos ser capaces de organizar una nueva manera de relacionarnos entre Administración y representantes. Cuestión que también formó parte de su discurso inaugural: “Voy a escuchar, a dialogar, a tratar de llegar al máximo posible de consenso para que, por un lado, atendamos los anhelos y las necesidades del Cuerpo, y por otro, aseguremos que el servicio público que prestamos sea el que merecen los ciudadanos. Esta ecuación no es fácil, pero posible.”

Palabras que ya hemos oído antes los guardias civiles, como que “Empieza una nueva etapa, cada nombramiento lo es. Debemos aprovechar esta ocasión para coger un renovado impulso, con optimismo quiero que lo construyamos juntos, pido ayuda y colaboración.”. Pero tras un breve espacio de tiempo las ganas se transforman en imposibles, las buenas voluntades en relaciones de jerarquía, y las esperanzas dan paso a la frustración de ver un generalato reacio a cambios y que impone su voluntad, anulando iniciativas políticas encaminadas a modernizar las condiciones laborales de los guardias civiles.

Ahora, bajo un perfil técnico con impronta política, veremos hasta donde llegan los “aires de cambio”, y si ciertamente se cumplen las que fueron sus primeras palabras como directora general de la Guardia Civil: “Ofrezco trabajo, dialogo y respeto por la esencia y las tradiciones del Cuerpo, pero sin dejar de mirar al futuro para afrontar, preparados, a este complejo siglo XXI en el que vivimos.”

 

 

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