“Vivo mi reducción con mucha presión, ya que mi superior me la revisa cada seis meses sin una causa justificada”

La conciliación familiar y laboral sigue siendo una de las asignaturas pendientes en la Benemérita. Mujeres y hombres guardias civiles relatan su experiencia. Tercera entrega: Jesús.

por Redacción AUGC

Jesús y sus hijos
Jesús y sus hijos

Jesús dejó estudios y trabajo fijo para entrar por vocación en la Guardia civil en el 2007. Hoy en día con 42 años y 14 años de servicio, está destinado en el GRS de Pontevedra, “un trabajo apasionante y una especialidad de la que estoy orgulloso de pertenecer”. Tiene tres hijos pequeños.

“Soy padre de tres hijos de corta edad, vivimos en el medio rural donde las distancias son más largas y todo es más precario que en las ciudades, pero fue una elección que tomamos por y para criar a nuestros hijos, para que se desarrollaran conociendo los dos mundos, el rural y lo urbano. Mi mujer y yo decidimos conjuntamente que fuera yo quien solicitara la reducción por varias causas: en primer lugar, por necesidad, ya que decidimos que mi cónyuge iniciara su actividad con su propio negocio, pues hoy es difícil vivir con un solo salario. En segundo lugar, por una cuestión de principios y corresponsabilidad, para romper con los cánones establecidos por la herencia social.
Hoy sigo disfrutando esta reducción, pero con mucha presión debido a las consecuencias a que me someten y a que mi superior me la revisa cada seis meses sin causa justificada.

Jesús cocina con sus hijos.
Jesús cocina con sus hijos.

Un precio enorme
Respecto al precio que ha pagado por la reducción, Jesús reconoce que éste ha sido “enorme, a pesar del cambio en la mentalidad española en cuanto a la mujer. La Administración, que pretende encabezar y abanderar la igualdad entre géneros, como mínimo debería dar ejemplo con sus propios trabajadores, sin embargo, la realidad es que hay mucho que mejorar en legislación para lograr una conciliación mínimamente efectiva y real. A día de hoy, para los trabajadores de nuestro país, la conciliación sigue siendo una quimera, y difiere mucho de otros estados de la UE, donde las labores de cuidado y protección a la familia están asumidas, se facilitan y priorizan, pues entienden que la natalidad es clave para el futuro de una sociedad cada vez más envejecida”.

“Esto es mucho peor si nos referimos a la Guardia Civil -lamenta Jesús-, que está sufriendo una grave involución en cuanto derechos, de modo que, si por justicia personal o ética, deseas hacer uso de algunos derechos adquiridos como el que nos ocupa, eres estigmatizado o se te imponen las trabas necesarias para que desistas en solicitar o renuncies a ello, por temor a represalias.

Se me cataloga como el ‘peor’ guardia de la unidad. Estoy bajo lupa, y están continuamente intentando menoscabar mi labor para tratar de justificar sus percepciones subjetivas, con una estrategia de desprestigio

En mi caso, meses después de concedérseme la reducción de jornada el mando me denuncia directamente al togado militar, al parecer por un ‘rumor’ transmitido por alguien cercano. Y me denuncia sin contrastar, ni requerirme nada de información o explicación, por un delito de simulación para exonerarme del trabajo. Todo ello a raíz del trabajo por cuenta propia de mi esposa que puse de manifiesto en la solicitud de reducción de jornada”.

En relación a la actitud percibida en otros compañeros y en los mandos respecto a su solicitud, Jesús explica que ésta fue muy positiva por parte de la mayoría de los primeros: “Lo entienden e incluso algunos me confiesan que no la solicitan por no tener enfrentamientos con los jefes o por temor a ser anotados en alguna lista negra. Tampoco me puedo olvidar de algunos mandos, pocos, la verdad, que me conocen desde hace años, y siempre en petit comité, me apoyan y no entienden ese acoso, persecución o abuso hacia mi persona.

Por desgracia están el resto de mandos y algún compañero de los que he tenido que aguantar comentarios, que se me han grabado a fuego, como: ‘Yo ese problema no lo tenía pues mi mujer dejó de trabajar’, o ‘que se ocupe ella o los abuelos’; ‘contrata a alguien que te los cuide’; ‘no haberlos tenido’; ‘tu mochila es tuya, hay gente que está igual y no la pide (conciliación)’;  ‘mejor que te vayas, esta unidad no es para ti’, etcétera. Además de todo esto se me cataloga como el ‘peor’ guardia de la unidad. Estoy bajo lupa, y están continuamente intentando menoscabar mi labor para tratar de justificar sus percepciones subjetivas, con una estrategia de desprestigio o difamación meditada con algún fin claro”.

En relación al hecho de que la reducción sea pedida por un hombre, Jesús entiende que “dentro de la Guardia Civil es difícil para ambos, pero a mi juicio aún está peor visto que el solicitante sea varón. Quizás porque todavía predominan ciertos valores tradicionales en la sociedad, que siguen asignando roles diferentes según el sexo. Mi percepción con respecto a la Guardia Civil es que estos valores tradicionales son predominantes y  más acusados que en el conjunto de la sociedad”.

Jesús, con sus tres hijos.
Jesús, con sus tres hijos.

 

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