Hay muchas formas de agredir a las personas. Están las agresiones físicas y las agresiones psicológicas. En Melilla, los guardias civiles sufren los dos tipos de agresiones. Hasta ahora AUGC había denunciado de manera reiterada las agresiones que los compañeros que prestan servicio en la frontera con Marruecos sufrían por parte de los inmigrantes ilegales. Estos sistemáticamente atacan a los agentes con palos, piedras y violencia física desmedida, dejando en cada una de sus embestidas a la valla varios agentes heridos -en el último asalto seis guardias civiles con heridas de diversa consideración-.
Pero ahora a estas agresiones físicas se unen las psicológicas y estas no vienen del otro lado de la valla, sino que las ejercen aquellos superiores que deberían ser los primeros en defender la labor de los agentes destinados en la Ciudad Autónoma. Pero éstos no sólo no amparan el trabajo de los guardias civiles, sino que obviando las pésimas condiciones en las deben luchar contra la inmigración ilegal ahora les amenazan con hurtarles parte de su sueldo proponiéndoles para la pérdida de productividad.
Para AUGC si ya era difícil trabajar en las condiciones actuales en Melilla, especialmente por la grave falta de personal, a partir de ahora con la presión añadida de que te pueden quitar parte de tu sueldo ganado dignamente, hará aún más difícil poder desarrollar el trabajo con eficacia y profesionalidad.
En las últimas semanas además de soportar los asaltas a la valla, los guardias civiles han tenido que agudizar también los sentidos para evitar la entrada de pateras. Y ha sido precisamente la llegada de una de estas embarcaciones la que ha motivado que a un agente le hayan propuesto para la pérdida de productividad. Alegando que no hizo lo suficiente para impedir que los 17 inmigrantes ilegales lograran su objetivo de entrar en la ciudad.
