Hace unos días nos pidieron desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) escribir un texto en el que reflejar nuestra historia siendo colectivo LGTBI y guardias civiles. Por un lado, nos alegró la idea de que nos eligiesen para dar visibilidad dentro del Cuerpo, pero por otro, nos dio rabia pensar que es ahora cuando las instituciones, las empresas, las marcas y otros emblemas se visten "orgullosos" de los colores del arco iris y que el resto del año volvamos a nuestra intimidad y nos mantengamos allí, sin hacer mucho ruido, porque ya la sociedad piensa que ya “bastante” hemos conseguido y que “qué más queremos” si ya se nos "respeta".
El problema es que la realidad nos dice que la mayor parte de las personas LGTBI no son visibles en su lugar de trabajo o solo con determinadas personas. Y que una situación tan simple como hablar de tu pareja e hijos en ese contexto, para personas LGTBI puede resultar muy incómodo si no se está en un ambiente laboral apropiado.
No vamos a negar que, tanto en la vidad personal como en la laboral, hemos tenido que derribar muchos muros, luchar contra prejuicios muy establecidos o librar batallas que en muchas ocasiones hemos tenido que dar por perdidas.
Sí, somos una pareja de mujeres casadas formando una familia, con una hija de quince meses y sí, somos guardias civiles. Ingresamos en el Cuerpo al mismo tiempo, en 2008, pertenecemos a la Comandancia de Palencia (provincia natal) y estamos destinadas en la actualidad en Puestos de Seguridad Ciudadana.
Puede que, para mucha gente, esto les suene extraño o piensen que en otra época sería incompatible o impensable... Pero, ¿acaso la profesionalidad que demuestras en tu trabajo depende de la elección de tu vida personal y familiar? Nosotras creemos que no.
No vamos a negar que, tanto en la vidad personal como en la laboral, hemos tenido que derribar muchos muros, luchar contra prejuicios muy establecidos o librar batallas que en muchas ocasiones hemos tenido que dar por perdidas. Pero llega un momento en el que te planteas formar un proyecto de vida común, como es el de formar una familia; las primeras que teníamos que convencernos de ello éramos nosotras mismas. Había que afrontar la situación, empezar a vivir sin escondernos más ocultación, porque a veces olvidamos que solo vamos a vivir una vez y solo nosotros mismos somos los únicos protagonistas de nuestras vidas. No creo que ningún trabajo (en nuestro caso, la Guardia Civil), ninguna familia o ningún círculo social tenga que impedir que seas feliz o vivir la vida que deseas.
Cuando defiendes lo que eres y luchas por lo que quieres, la gente comienza a respetarte y a valorarte por cómo eres y cómo desempeñas tu trabajo y no por quién eres o qué que identidad sexual posees. Te das cuenta de que en el momento en que llamas a las cosas por su nombre, el resto del mundo comienza a verlo con normalidad.
Queda mucho por hacer y en estos días hay que recordar que el Orgullo no es solo una fiesta, es mucho más: es un momento para reivindicar los derechos del colectivo LGTBI como ciudadanos que somos y saber que no siempre fue así.
Aun así, tenemos anécdotas muy dispares, como cuando cogimos el permiso por nacimiento de nuestra hija y aún nos preguntaban quién de las dos se acogía al permiso de paternidad.
Queda mucho por hacer y en estos días hay que recordar que el Orgullo no es solo una fiesta, es mucho más: es un momento para reivindicar los derechos del colectivo LGTBI como ciudadanos que somos y saber que no siempre fue así. Debemos seguir dando visibilidad hasta llegar a una normalidad de verdad.
Así queremos pedir a las asociaciones que, siendo madres trabajadoras, sigan luchando por nuestros derechos laborales, que, al igual que cualquier pareja con hijos, necesitamos la conciliación laboral y familiar, que deben ir de la mano, ya que hay mucha la falta de medidas conciliadoras que hace que una de las dos ttengamos que renunciara una de las dos partes, cuando no debería ser así.
Esperamos que nuestra historia haya sido de ayuda para dar visibilidad al colectivo LGTBI dentro del Cuerpo.
Solo pedimos que entre todos mejoremos esta sociedad, que utilicemos correctamente el lenguaje, que eduquemos a nuestr@s hij@s en la diversidad para que sean personas más tolerantes y respetuosas, que hagamos de nuestros lugares de trabajo espacios seguros e inclusivos donde podamos ser libres. En definitiva, será mejor para todos y todas.
¡Feliz Orgullo!