El ministro del Interior recurre a pretextos ridículos ante la evidencia del alarmante número de contagios por el coronavirus en guardias civiles

Tras haber hecho caso omiso durante semanas a las advertencias y denuncias presentadas por AUGC respecto a la falta de medidas adoptadas en la Guardia Civil para proteger a sus trabajadores.

por Redacción AUGC

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska.
El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska.

AUGC debe mostrar su estupor e indignación ante las declaraciones efectuadas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y en las que, al referirse a las cifras de guardias civiles contagiados por el coronavirus -que, como nuestra organización denunció hace días, duplican a las de los policías nacionales y locales-, las ha atribuido como posible causa a que los trabajadores de la Benemérita tienen “una convivencia mayor” en los pabellones o viviendas oficiales.

Da la impresión de que el Ministro, que asegura haber encargado un informe al respecto, sólo ha podido acogerse a un pretexto absolutamente ridículo para tratar de eludir su responsabilidad. Y no será porque desde AUGC no se le advirtió reiteradamente del problema existente en la Guardia Civil: con carencia generalizada de medios de protección y alarmante falta de medidas organizativas que frenaran la escalada de contagios.

Sin embargo, tanto desde Interior como desde la Dirección General se hizo caso omiso a todas nuestras advertencias. Y no solo esto, sino que la propia Guardia Civil llegó a citar una información de AUGC entre los bulos emitidos para desestabilizar a las instituciones.

 

 

Por desgracia, las cifras han demostrado que las denuncias de AUGC eran más que fundadas. Y ahora, ante la flagrante y escandalosa evidencia, Grande-Marlaska escurre el bulto con una simpleza impropia de un ministro del Interior.

No, señor Marlaska, si la pandemia ha duplicado los contagios entre guardias civiles no es por su convivencia en los pabellones, sino porque no se han tomado las medidas organizativas adecuadas, realizando turnos adaptados para evitar los contagios. No se ha minimizado el contacto entre agentes mediante la creación de grupos estancos, como sí se ha hecho en otros cuerpos policiales. No nos han querido escuchar, ellos sabrán por qué razón o atendiendo a qué intereses.

Las consecuencias son claras: un cuerpo de seguridad pública diezmado y con casi 1.500 trabajadores contagiados a fecha de 14 de abril, el doble que policías nacionales y locales.

Son el resultado, una vez más, de la falta de transparencia en el Cuerpo. De la pervivencia de un Generalato arcaico, ajeno a los riesgos laborales de sus agentes y a la labor indispensable de interlocución de las asociaciones profesionales. Son, además, una nueva evidencia de que es urgente abrir las puertas y las ventanas en la Guardia Civil, para que se convierta de una vez por todas en un cuerpo de seguridad pública moderno y democrático, en el que sus profesionales puedan contar con los mismos derechos que el resto de sus convecinos, como el de sindicación, algo que redundaría en el propio servicio que se presta a los ciudadanos.

Relacionados

Para hacer comentarios debes identificarte

IDENTIFÍCATE